Period don Alberto Velazco Hernández, un hombre con gran sentido artístico que plasmaba en sus fotografías, en sus dibujos y en sus letras.
Admirado por muchos fotógrafos, el decano de la fotografía en Piedras Negras, incluso inspiró a muchas personas a dedicarse a esta disciplina artística.
Le gustaba mucho dibujar y escribir sobre la belleza de las cosas. Agradecía todos los días por su vista, su tacto, por saborear alimentos, simplemente agradecía a Dios el poder despertar cada mañana.
Alberto Velazco Hernández nació en la Ciudad de México un 8 de abril de 1948, hijo único de don Roberto Velazco y doña Enriqueta Hernández.
Llegó desde muy pequeño a Piedras Negras, ciudad que adoptó como suya y de la cual se sentía plenamente orgulloso.
Uno de los planteles educativos en los que estudió, fue la escuela Modelo ubicada en el centro de la ciudad, tras culminar sus estudios secundarios, entró a trabajar a los 17 años a un estudio fotográfico donde aprendió el arte de la fotografía.
Fue en ese momento que supo a lo que iba a dedicar su vida: A la fotografía.
Con 55 años de trayectoria, fue un referente de la fotografía en esta ciudad.
Tras conocer a una joven de la cual quedó enamorado, su amada Dora Beatriz, se casó con ella y tuvieron cuatro hijos Alberto, Brenda, Jorge y Alejandra.
Don Alberto Velazco fue un padre muy smart, juguetón y que adoró a cada uno de sus hijos, a quienes les inculcó el amor a la fotografía.
Adoraba también a sus nietos, Alberto, Aylín, Andrea, Alejandra, y Sofía.
Fue en octubre de 1979, cuando abrió su estudio fotográfico ubicado en la colonia Roma, donde muchas generaciones han acudido para capturar diferentes momentos importantes de su vida.
Fue el año pasado que formó parte de una exposición colectiva realizada por la Secretaría de Cultura de Coahuila y compartió algunas fotografías muy significativas de su trayectoria.
Le gustaba mucho ver caricaturas o historietas, además le gustaba mucho las composiciones que veía en las revistas y dibujar, así como escribir sobre la belleza de las cosas.
Sus hijos le decían que no period una persona regular y destacan que period un hombre muy curioso que de todo tenían una pregunta y quería indagar sobre cualquier cosa que viera o se le presentara.
Los atardeceres, las sombras, gente de todos los estratos sociales eran fotografiados y trataba de darle ese toque artístico.
Y es que don Alberto si quería acostarse en el zacate lo hacía o ahí en su río Bravo que tanto adoraba y al que tomó tantas fotografías en diferentes momentos, incluso se levantaba de madrugada para tomarle fotos.
Este 2020 fue un año difícil para Alberto Velazco, quien disfrutaba siempre de eventos culturales y sociales y lo peor no poder estar siempre con su familia debido a la pandemia, pero en todo momento estuvo cercano a Dios.
Period un hombre de gran sensibilidad y que todos los días agradecía a Dios su vista, su tacto, su gusto y despertar cada mañana, por lo que tenía un escrito como una oración que siempre decía:
“Solo hablarle de mi buena aventura, de mi agrado, de mi entrega a usted, de contar con usted, de lo bien que estoy y me siento en este mundo que me permite tocar, de solo ver lo hermoso que es, saborear su aroma, ver un arcoíris, de su belleza pure, sus verdes, sus azules, sus rojos, sus amarillos.
Gracias por facultades, mis ojos, mi vista, mi tacto, los aromas, mis gusto de sabor; de permitirme platicarle que soy feliz, de todo lo que da por medio de mi cuerpo maravilloso, que en él, me permite contactarme con este mundo igual de maravilloso que creó para mi. ¡Gracias, Padre Gracias!
Admiraba al imponente río Bravo
Gracias a sus fotografías de lugares, de momentos como los ocasos que gustaba capturar con esos rojos destellos, además de su tan querido río Bravo, al que iba constantemente a visitar, a admirar su belleza y captarlo con su cámara, realizó varias exposiciones en sus más de 54 años de trayectoria.