El gobernador electo Pedro Pierluisi ha anunciado sus primeros nombramientos. Las designaciones de Larry Seilhamer como secretario de Estado y del Lcdo. Domingo Emanuelli como secretario de Justicia, han acaparado la atención, por tratarse de profesionales de primer orden y de gran prestigio. Me uno a ese sentir colectivo.
Igual apoyo merecen don Manolo Cidre como secretario de Desarrollo Económico, Elba Aponte como secretaria de Educación; Francisco Parés en Hacienda y Omar Marrero en la Autoridad de Asesoría Financiera y Agencia Fiscal. A todos ellos, nuestros deseos de éxito.
Ahora bien, estos nombramientos no deben verse únicamente desde la óptica de quienes son, sino del rol que vienen a ejecutar.
Empecemos por Larry Seilhamer, cuyas cualidades harán del nuevo secretario de Estado, una figura clave en la tarea de ser instrumento de diálogo con la Asamblea Legislativa.
El éxito de Seilhamer descansará, en la agenda que el gobernador quiera impulsar. Si la misma es una de consenso y cambio social, su labor será productiva; en cambio, si la misma se enfoca en temas divisivos como el estatus, medidas de austeridad o la privatización, la labor del noble secretario será efímera e inconsecuente.
Domingo Emanuelli, por su parte, tiene uno de los mayores retos. Desde la época de las investigaciones del Cerro Maravilla, el Departamento de Justicia no había caído en un grado de desprestigio tan vergonzoso como el que hemos vivido en el pasado año.
Acusaciones de fabricación de casos desde la propia Fortaleza; informes deficientes; indagaciones del FEI por mal manejo de investigaciones y el desempeño de alta politización del Panel del FEI en el manejo de casos —acusando con bombos y platillos a exfuncionarios populares, pero guardando selectivamente informes del PNP hasta pasadas las elecciones— obligan al nuevo secretario a entrar con mano firme, limpiar la casa y restituir la confianza que el País espera.
Algunos ya critican a Emanuelli porque, supuestamente, no tiene experiencia desde la perspectiva del ministerio público, ni en procesos investigativos o agencias de seguridad.
Quizás sea eso, precisamente, lo que necesita el sistema de justicia en este momento. Un ‘outsider’ que venga con actitud transformadora, sin dedos amarrados ni actitudes conformistas. Emanuelli tendrá que romper moldes y tumbar paredes, si no quiere que el sistema lo absorba y, con ello, se desvanezcan las expectativas del pueblo. Tengo fe en él.
Por su parte, el nombramiento de Manuel Cidre llena de esperanzas al sector empresarial, porque se trata de una persona comprometida con la agenda del desarrollo económico y la creación de empleos.
Si su éxito como empresario privado se va a traducir en el sector público, no lo sabemos. Pero lo que sí sabemos, es que los tiempos de opinar de don Manolo desde las gradas, han terminado. Ahora le toca plasmar en realidad todas sus grandes concepts.
Sobre este nombramiento, tengo que levantar —respetuosamente— una bandera al gobernador Pierluisi. Escuché a Cidre expresar que una de sus condiciones para aceptar el cargo, es que solo le responderá directamente al primer ejecutivo y que “de vez en cuando” hablará con el secretario de la Gobernación.
Para los que hemos trabajado en La Fortaleza, sabemos que una concesión de esa envergadura será una bomba de tiempo por varias razones:
Primero, eso alteraría el orden jerárquico y el filtro decisional en La Fortaleza de lo que verdaderamente requiere la atención del gobernador.
Segundo, si el primer ejecutivo acepta eso, estaría despojando a su secretario de la Gobernación de sus facultades de supervisión, lo que lo haría inoficioso y lo debilita ante el resto del gabinete.
Tercero, una concesión así, la daría un trato preferencial a un secretario de gabinete sobre sus pares, lo que en términos administrativos crearía confusión, porque el secretario de Desarrollo Económico, es el octavo en el orden de jerarquía y de sucesión constitucional.
Por eso, ningún secretario de la Gobernación que se respete, aceptaría algo como eso.
Sobre el nombramiento de Elba Aponte como secretaria de Educación, si bien es un reconocimiento a una profesional, es también una movida política magistral porque, lejos de poner el peso del posible fracaso de la gestión educativa sobre el primer ejecutivo, lo pone ahora sobre el liderato sindical.
La presidenta de la Asociación de Maestros —principal sindicato educativo— acaba de aceptar la implantación de la política pública del PNP, partido que filosóficamente cree en las escuelas charters, los vales educativos y fue el que les quitó derechos a los trabajadores del sector público y privado. Aponte vivirá, ahora, las enormes diferencias entre ser una líder sindical y ser un patrono bajo un gobierno PNP.
En fin, demos la bienvenida a estos nombramientos; pero más importante aún, esperemos pacientemente por sus ejecutorias, porque en unos meses, sabremos si Pedro Pierluisi conformó un gabinete de gala, o si en realidad, solo jugó para las gradas.
