Por Albert Illanes
¿Con manjar o sin manjar?
– Eeeh… con manjar, obvio, y con empolvado la docena, por favor.
En la Playa Changa de Coquimbo el deporte se expresa en la area, el mar, en la carretera y en el asfalto. Pero también en las sillas, en las escaleras, en los botes de basura y en cualquier otro objeto que obstaculice el camino.
Al frente del carro de churros que se ubica en período estival en la conocida “playa del deporte”, se encuentra el Skate Park de la comuna puerto, lugar donde es routine que se dañen las rodillas y quiebran los hombros por caer mal en las ramplas del recinto.
Cabe destacar que con una inversión cercana a los 140 millones de pesos, la municipalidad instaló a principios del 2020 un tercer Skate Park en Plaza Las Américas, en el sector de Sindempart.
Cruzando la calle y al entrar al lugar pude apreciar a un grupo de jóvenes compartiendo entre sí. Estaban con las bicicletas y skate en el suelo. Me acerqué y les pregunté lo que hacían.
– Lo que pasa es que aquí, la pulenta, no hacemos deporte, sino que expresamos una forma de entender la realidad, hermano. La gente no entiende que para hacer trucos debemos estar tranquilos –contestó un joven de 21 años– Si te das cuenta puedes tener a alguien que te saca un “backflip” perfecto o un “ollie” brutal, pero no es lo mismo que el mío. Yo tengo un estilo propio. Ninguno me puede igualar. Y así cada cual tiene su estilo y cae distinto porque somos todos únicos. Por eso te confirmo, perro, que aquí no hacemos deporte, expresamos vida”.
En medio de mi reporteo, conocí a una persona digna de destacar, un verdadero ejemplo de superación. Se trata de Sebastián Erazo, quien quedó parapléjico tras un asalto. El hombre de 42 años es un deportista federado que se enamoró del deporte luego de ser víctima de un ilícito. Una noche en Santiago le robaron el automóvil, y uno de los involucrados le apuntó a la espalda y apretó el gatillo.
– La bala quedó alojada en la médula espinal. Nada que hacer. Me dejó mi pareja y perdí todo. Me quería suicidar. De un día para el otro tienes la mitad del cuerpo muerto y no sabes qué hacer.
– Complejo.
– Sí, fuerte. Pero aun cuando me hicieron la maldad, para mí fue una bendición porque llegué al WCBMX. Soy el único chileno federado en el mundo. Ya no tengo miedo a nada. Me puedo tirar de donde sea y cuando sea… ¡Ya, espérame un rato! ¡Me voy a tirar!
Llamó al hermano y a un skater cercano, quienes lo agarraron y lo colocaron en la rampla alta. Me pidió que lo fotografiara mientras caía con estilo. Empezó bien, pero cuando se acercó a otra rampla cayó. En ese instante, fueron cinco personas que unieron fuerza para levantarlo y llevarlo a su silla especial.
– ¿Sacaste la foto? – le mostré la foto – ¡Quedó bacán! ¡Mándamela!
Erazo pretende el próximo año participar del circuito europeo del WCBMX representando a Chile, pero requiere comprar una silla de más de 9.500 dólares. Sigue en la búsqueda de hallar patrocinadores.
En la misma vereda está Byron Flores, joven “biker” de 22 años que practicaba la técnica “Superman” en la rampla. Para él tomar la bicicleta es “como tomar un mundo nuevo de posibilidades donde uno mismo se pone sus límites”.
– A veces las personas no saben todo el trabajo que hay detrás. La modalidad “calle” no es que seamos vándalos, es que tomamos nuestra propia disciplina, pero en un nivel superior a simplemente andar en bicicleta- aclaró.
Con curiosidad pregunté por el costo de mantención, ya que el primer skater me dijo que su mayor gasto son las tablas, debido a que se rompen al mes y bordean entre 20 a 30 mil pesos. A lo que Byron me contestó:
– Las gomas. –me indicó las ruedas– Acá se va toda mi plata. En ropa igual. Los pantalones se rompen con las cadenas y el roce.
Al otro extremo del Skate Park de Peñuelas, estaba el equipo de Cuarta Curler, quienes me explicaron el grato ambiente que tienen con la comunidad de skaters y de bikers, enumerando muchas reuniones y actividades en conjunto. Aunque más con uno que con otros.
Macarena Barrera es una “curler” agresiva del grupo. Eso no quiere decir que sea violenta, sino que es una modalidad del patinaje que se originó en los años 80, que usan un patín specific que tiene un espacio hueco para deslizarse.
– “He soñado que me caigo y llego a la casa adolorida. Y, en la realidad…, me pasa lo mismo. Pero uno está contenta a pesar de tanto golpe. Uno aprende todos los días cosas nuevas y eso recompensa los dolores. Anhelo compartir con mi gente y ser cada día mejor. Estoy llena de moretones. Uno más ya me da lo mismo”– cube mientras se ríe.
Ella es una ayudante de cocina que trabajaba en un restaurant de Peñuelas y que está en busca de una oferta laboral, pero que aquello no le incomoda. Junto a sus amigas está masificando el equipo Cuarta Curler femenino y está feliz cayéndose y volviéndose a levantar.
Todos estos ejemplos de vida que acabo de narrar tienen algo en común: les dan igual las críticas porque no les importa caerse.
Analizando mi vivencia y colocando en perspectiva la opinión de las personas ajenas del Skate Park (gente en la playa bañándose, jugando fútbol o volley en la area), pude verificar como decenas de padres traían a sus hijos de entre tres y seis años a deleitarse con la actividad.
Son muchos los niños que día a día ven como jóvenes de 13 a 32 años se caen muy fuerte, pero se vuelven a parar. Por lo mismo, creo que ese ejemplo está reflejado en las nuevas generaciones. Y esos padres que llevan a sus hijos a ejercitar y ver las piruetas, saben en el fondo que más que un deporte, es una demostración de superación de los obstáculos que nos presenta la vida.
– Una cosa más, periodista
– ¿Qué pasa, Macarena? – pregunté
– Los focos de arriba –me indicó– hace mucho tiempo que no funcionan. Para que avises. Acá no nos escuchan mucho
– Tranquila. Seguramente el alcalde (Marcelo Pereira) leerá la crónica en el diario y te dará una respuesta.